El vicepresidente económico del Partido Popular, Juan Bravo, fue homenajeado con la Medalla de Oro por la Cámara de Comercio de Ceuta en un acto celebrado en el Parque Marítimo del Mediterráneo. Aunque inicialmente parecía tratarse de un reconocimiento a la trayectoria de un político vinculado al desarrollo económico local, generó numerosas críticas por considerarse una «instrumentalización institucional» y un reflejo del deterioro del entorno empresarial ceutí.
A pesar de que Bravo es reconocido como un defensor del empresariado de Ceuta, diferentes voces han señalado que este homenaje ocurre en un contexto marcado por desigualdad económica, favoritismos y falta de transparencia en la gestión de fondos públicos.
Concentración del poder empresarial
Varias fuentes críticas indican que la Cámara de Comercio de Ceuta funciona como un «círculo cerrado de amistades» que, con el apoyo de la consejera de Economía del Gobierno local, Kissy Chandiramani, ha consolidado su influencia a través del acceso preferente a subvenciones, contratos menores y campañas publicitarias institucionales. Estas ayudas, según denuncian, no responden a las verdaderas necesidades del sector, sino que benefician principalmente a un grupo reducido reforzando un sistema clientelar.
Los programas formativos que impulsa la Cámara son también cuestionados por su escasa eficacia y falta de resultados concretos, pese a la inversión significativa de recursos. Además, se critica una distribución opaca de contrataciones y la concentración de fondos en medios de comunicación afines, dejando de lado a quienes no forman parte de este entramado.
Falta de respuesta institucional y control
Una preocupación importante es la presunta complicidad entre actores institucionales. Algunos críticos afirman que tanto el PSOE de Ceuta como la Delegación del Gobierno mantienen una postura acomodaticia, actuando como «cómplices necesarios» de un sistema que favorece a unos pocos mientras los pequeños empresarios enfrentan el cierre de sus negocios.
La ausencia de oposición política es notable. Para diversos observadores, la figura de Fátima Hamed (MDyC) ha perdido protagonismo en las denuncias institucionales, y el PSOE, fragmentado internamente, respalda las políticas del Ejecutivo local. Algunos movimientos como los de Melchor León han generado dudas sobre la independencia del partido en la ciudad.
Un galardón que representa un sistema cuestionado
La entrega de la Medalla de Oro, lejos de generar consenso en el empresariado local, ha evidenciado las divisiones profundas y una percepción creciente de corrupción institucionalizada. Para muchos ciudadanos y empresarios que no forman parte del núcleo de poder económico, el acto en el Parque Marítimo fue más una reafirmación del status quo que un merecido reconocimiento.
“Todo está normalizado: corrupción, engaño y clientelismo”, señalan fuentes próximas al sector crítico. “Mientras algunos prosperan con fondos públicos, otros deben cerrar sin recibir apoyo alguno”.
Este caso vuelve a abrir el debate sobre la transparencia en el manejo de recursos económicos en Ceuta, la ausencia de una fiscalización efectiva y la urgente necesidad de revisar un modelo que, según sus detractores, favorece a una élite vinculada al poder y excluye a quienes requieren respaldo.
