El Gobierno ha asegurado en todo momento que la relación con el vecino Marruecos atraviesa su mejor momento, tal y como verbalizaron tanto Albares como el ministro de Exteriores marroquí, Naser Burita, durante la visita del primero a Rabat el pasado 21 de diciembre.
La cita sirvió para reiterar la vigencia de la hoja de ruta pactada tras el encuentro entre Sánchez y Mohamed VI el 7 de abril de 2022 y ratificada en la Reunión de Alto Nivel (RAN) de febrero, cuya implementación sigue su curso según dijeron los ministros, que destacaron que los siete grupos de trabajo previstos han mantenido ya 15 reuniones.
Uno de los asuntos clave aún pendientes es la reapertura de la aduana de Melilla, que Marruecos cerró unilateralmente en 2018, y la apertura de una nueva en Ceuta. Tras la realización de tres pruebas piloto en enero, febrero y mayo, Albares aseguró en Rabat que por parte española no hacen falta más ensayos y que las aduanas podrían abrir ya.
Sin embargo, Burita aclaró que el Gobierno marroquí aún tiene algunos «problemas técnicos» que resolver, si bien recalcó que la decisión política está tomada y que Marruecos cumplirá con todo lo acordado. Con todo, sigue sin haber una fecha prevista aún para que las dos aduanas estén plenamente operativas con el segundo aniversario del acuerdo para su apertura cada vez más cerca.
También está por resolver la cuestión de la delimitación de las aguas territoriales en la fachada atlántica, de la que se encarga un grupo de trabajo. Respecto a este asunto, Burita dejó claro que en esta nueva etapa en la relación bilateral basada en la confianza y el respeto mutuo no habrá «medidas unilaterales» ni «acciones sorpresa» por parte marroquí y que las soluciones se encontrarán por la vía del diálogo.
Entretanto, en marzo de 2022 comenzaba una crisis con Argelia que ahora parece cerrarse. El Gobierno dio el pasado 14 de noviembre el plácet al nuevo embajador argelino en Madrid, Abdelfetá Daghmun, quien llegó a su puesto el pasado 21 de diciembre, justo el mismo día en que Albares se encontraba de visita a Rabat.
La vuelta del embajador se produce 19 meses después de que Argel retirara al anterior, Said Musi, al día siguiente de que Marruecos diera a conocer la carta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Mohamed VI en la que sostenía que el plan de autonomía marroquí para el Sáhara era «la base más seria, creíble y realista» para resolver el conflicto.
El enfado de Argelia no se quedó ahí y, en junio, tras ver que no había marcha atrás pese a la presión de todos los partidos por parte del Gobierno, el presidente argelino, Abdelmayid Tebune, suspendió el Tratado de Amistad con España. Asimismo, los intercambios comerciales quedaron reducidos a la mínima expresión, con el consiguiente impacto para las empresas españolas con intereses en Argelia.
La llegada del nuevo embajador supone un primer paso en un deshielo que todo apunta que será progresivo y del que ni Argel ni Madrid han querido dar explicaciones. No obstante, parece que habría sido determinante, además de la continuidad de Sánchez en Moncloa, la postura mantenida por este respecto al Sáhara ante la Asamblea General de la ONU y también su defensa de un Estado palestino y sus críticas a Israel en la crisis actual.
Así las cosas, dado que el Gobierno siempre ha mantenido que desea las «mejores relaciones» con Argelia y que su «mano está tendida», habrá que esperar a ver cuáles son los siguientes pasos de la otra parte, en particular si Tebune, que se enfrentará en 2024 a su reelección, decide retomar el Tratado de Amistad y si se retoman los contactos al más alto nivel.